Puede ser real, pero en muchos casos puede ser
también sugestión de la mente, es decir pura mentira. En ambos casos está
actuando el demonio, príncipe de la mentira.
La brujería opera con poder satánico (dado por
Satanás). Se trata de los poderes que oprimen a los hombres y que Jesucristo
confrontó hasta morir y resucitar para librarnos de ellos. Su victoria no nos
evita la lucha contra el maligno sino que nos da la fuerza para vencerlo si
tenemos fe.
El demonio existe y entra en relación con
aquellos que lo buscan. Como recompensa a quién le ofrece culto, el demonio
otorga poderes preternaturales para obtener poder, fama, dinero, influencia, es
decir las cosas que desea la carne. Por medio de la brujería se puede llegar a
lograr el éxito en el mundo profesional ya sea como artista, profesional,
militar, político, etc. Estas personas pueden parecer muy atractivas y tener un
gran don de ganarse a la gente hasta el punto de atraer grandes multitudes y convertirse
en dioses para sus admiradores los cuales son capaces de hacer hasta lo
irrazonable por sus ellos. Los poderes del mal pueden cegar las mentes y
fanatizarlas portentosamente. La brujería no es mera superstición. El demonio
ciertamente arrastra hacia su reino del mal a los que se involucran en ella y a
sus aduladores. Si no hay arrepentimiento y conversión, el final será el
infierno.